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El día que me Inventé un Juego

Es bien común que los que estamos en esta maravillosa afición alguna vez se han planteado la idea de diseñar un juego, unos se lanzan, otros solo lo piensan y otros como yo, lo logran. Pero amigo que lees, no creas que hice un prototipo o algo así, lo que yo hice fue reinventar un juego y aún lo estoy pagando, el bullying que me hacen todavía es puro y duro, algo que muchos no tolerarían.

La historia comienza en un día de abril, resulta que compré un jueguito en el grupo de subastas de juegos de mesa que hay en Facebook, el juego llamó mi atención por las ilustraciones. Lo estudié mucho antes de que llegara, hasta descargué un manual en español y me lo imprimí. Llegó el tan añorado día de recibir el juego, una maravilla, el dueño anterior lo cuidó tanto como yo cuido los míos, las cartas estaban enfundadas y los tableros personales y el tablero central estaban en excelente estado era realmente un 10/10.

Pues para mi desdicha el juego lo recibí un viernes, día sagrado para ir a jugar en el Café, pero ese viernes se tornó especial, más de lo normal, ya que iba a estrenar un juego nuevo y solo quería probarlo con mis amigos y más aquel juego con tan maravilloso y precioso despliegue, con esas ilustraciones magníficas. Y ¡qué bien se veía en la mesa del Café!

Pues me aventé una explicación solida de unos 30 minutos y empezamos a jugar. El juego fue realmente largo pero muy divertido, yo contesté todas las preguntas que me hicieron de las reglas con firmeza y sin dudar, era un experto en el tema, lo había estudiado por un par de días. El resultado fue una partida divertida y con ganas de repetir en días posteriores.

Al siguiente día, en la mañana me dije a mi mismo: “¡Qué juego más redondo!, seguro que alguna errata he tenido”, por lo que busqué en YouTube y me vi un completísimo video tutorial de más de 50 minutos. Ahora pueden empezar a reír, yo nunca me he reído tanto con un juego como ese día que estuve viendo ese video. Cada vez que salía una errata la escribía en el chat de los amigos de juego, al principio era normal encontrar dos o tres errores en las reglas, ¿a quién no le ha pasado?, pero bien corrían los minutos del video y cada vez que explicaban una mecánica aparecían reglas muy diferentes a las que yo expliqué. Incrédulo de lo que veía fui a mirar el manual y el video tenía razón, yo había metido la pata, las patas, pero no las dos, metí las doce patas. Ese día establecí un nuevo récord de erratas explicando un juego.

Si te estás riendo o estás pensando “este man es un pendejo”, déjame decirte que no eres el primero que lo hace y no serás el ultimo, yo mismo aún me acuerdo y me río de mí mismo. Y ni qué decir de mis amigos, el tabernero, el vegano y fontanero, siempre seguiré siendo víctima de sus incisivos y mordaces comentarios, muy merecidos por cierto, sin embargo, ellos ganaron a un defensor enardecido de aquellos que cometen errores en las explicaciones.

Hoy me pongo a pensar que hay quienes suspenden un juego porque una regla no fue clara o cambia el desenlace de la partida, a esos solo les puedo decir una cosa: “muy mimados”. Mis amigos en cambio son geniales, jugaron completo el juego que me inventé y atesoran la experiencia de varios días de risas recordando ese mágico momento. Al final, y como moraleja, el que no haya explicado nunca con un error, es que nunca ha explicado un juego. Ahora, el próximo reto es explicarle el ROOT a mis colegas y que Feld, Uwe, Knizia, Cathala, Vlada y los demás dioses de los juegos de mesa me protejan.

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