Malteada de Arequipe, chocolate Bianchi, chispas de colores, Masmelos, M&M y chantillí.
“Dulces de colores, y de todos los sabores, un paraíso para los niños; ven, come, disfruta y saborea... paredes de dulce, techos de mazapán, ¡cómetelo todo! ¡Pero hazlo rápido, antes que la bruja venga por ti!”
Malteada de Óreo con chantillí y chispas de chocolate
“La noche llegaba, y por los oscuros pasadizos de la gran mansión reinaba un silencio sepulcral, sólo escuchaba las voces en mi cabeza que repetían sin cesar... “mátalos, mátalos...”, maldita la hora en que me atreví a leer ese libro. Busqué por todos lados, sólo quería callar esas voces, pero todo se veía más grande y más distante a medida que caminaba entre habitaciones llenas de extraños símbolos y jeroglíficos, las llamas de las velas que adornaban algunos candelabros parecían bailar y flotar en el aire.... no aguanto más... es hora de silenciarlo todo... es hora de... matarlos”
Malteada de Chocolatina Jet con chantillí y chispas de chocolate
“Siempre me pregunto, ¿Realmente conoces a tus amigos? Siempre vivieron en la misma casa, la misma rutina de todos los días, trabajar el campo, ir al pueblo, llegan en las noches a compartir la cena, era una familia normal... pero todo cambió en una noche, cuando la tranquilidad del pueblo se vio turbada por el cadaver frío y ensangrentado del lechero.... ¿quien habría sido? Las marcas de sangre en sus labios los delataron... ¡fueron ellos! Siempre estuvieron ahí... pero nunca nos habíamos dado cuenta.”
Malteada de café, con vainilla, chantillí, barquillo y leche condensada
“Y entonces alguien gritó: ‘¡Necesitamos más piedra!’, todos se miraron estupefactos mirándose los unos a los otros… hasta que entre la multitud se abrió paso un sencillo y confiado meeple café: ‘Déjenlo a nosotros, debiluchos, ¡Eso es un trabajo para los meeples!’”
Malteada de chocolate, con brownie, chantillí y chispas de chocolate
“Y al fin vino del interior de Egipto el extraño Oscuro ante el que se inclinaban los fellás; silencioso, descarnado, enigmáticamente altivo y envuelto en telas rojas como las llamas del sol poniente. A su alrededor se apretaban las masas, ansiosas de sus órdenes, pero al marcharse no podían repetir lo que habían oído; mientras por las naciones se propagaba la pavorosa noticia de que las bestias salvajes le seguían lamiéndole las manos....” Nyarlathotep (H.P. Lovecraft)